No. 7

La Corbata del Meñique en su nueva faceta cobra vida y hace gala de su presencia para mostrarse en situaciones insoportables, molestas e irreprimibles que son cotidianas y siempre incómodas.

Bienvenidos sean todos a la Corbata del Meñique...

Bicentenario

No tengo la certeza de que haya verdaderos ánimos para festejar una ostentosa festividad. No es que sean malas las festividades, es mala la época de las festividades: inundaciones, confrontaciones de sicarios, desigualdad, pobres más pobres y ricos más ricos, crisis monetarias, escuelas sin maestros y maestros sin escuelas (niños que no saben leer siempre hay).
Si queremos verle el lado bueno, tendremos un monumento al bicentenario que verá la luz el año entrante, cuando estén ya concluidas las festividades. Las restauraciones de edificios viven en el aplazamiento. De nuevo, retraso tras retraso. Y por si fuera poco los costos escondidos bajo alfombras.   Los organizadores de esta despilfarradora celebración, invitaron a una sociedad con patriotismo confuso a celebrar dos siglos de libertad aunque tengamos que exprimir el presupuesto; nos invitaron a olvidar los desastres y dejar de pensar que el país vive en una división de ideales con el pretexto de venerar los huesitos de los héroes nacionales. Amigos y amigas...   Patriotismo con esperanza. Esperanza de que el país no pase las “fiestas patrias” con agua hasta las rodillas o de que el miedo no invada a una sociedad. Al final de todo nos vamos a engalanar con una gran fiesta en el zócalo.