Hemos aceptado ya nuestro vicio y con vacilaciones nos mantenemos a raya de ellos, pero la tentación es vil y desgraciada y es por esto que tendremos excusas ilimitadas para volver. A nuestros alrededores están nuestros amigos que disfrutan del vicio que más nos agrada y los envidiamos porque se regocijan en el placer del que nosotros renunciamos. También están aquellos vicios que tienen consecuencias desastrosas, pero que poco nos importan aunque estemos totalmente conscientes de ello. -Más vale que no me falte, para que no me sobren caprichos.